El proceso de abstracción

“Cuanto más articulado y complejo sea el sistema de conceptos que utilicemos para dar cuenta de una parcela determinada de nuestra experiencia, tanto más articulado y eficaz será también nuestro conocimiento de la realidad derivado de esa parcela”[1]

Con este post, el lector con inquietudes epistemológicas podrá empezar a clasificar a sus pensadores preferidos entre dos tipos:

1) Los que tuvieron la suerte de tener en cuenta este post.

2) Y los que no.

Fuera bromas, lo que voy a comunicar debería ser uno de los pilares de cualquier reflexión filosófica acerca de lo que es buen conocimiento o no.

Advertir al lector que voy a intentar ser sintético y omitiré entrar en detalle lo cual sí podría hacerse en los comentarios de este post. Así pues, no dudéis en participar.

 

¿Qué son los conceptos?

1-Son las unidades elementales para el pensamiento y el conocimiento humano.

2-Son entidades abstractas producidas por el intelecto humano.

3-Son conjuntos de objetos[2]

4-Permiten a los sujetos epistémicos conocer el mundo real y orientarse en él:

«Si hemos de funcionar eficazmente, nuestro sistema cognitivo ha de disponer de algún mecanismo que le permita conferir estabilidad a un entorno desestructurado, diverso y cambiante. Es decir, debemos aprender a identificar y clasificar los objetos y los acontecimientos, así como sus propiedades y las relaciones que se establecen entre unos y otros”[3]

5-No son palabras aunque estén íntimamente ligadas a ellas.

La idea básica de este post será poder concluir que los conceptos no son más que el resultado de un proceso. Así pues, por esta razón, cualquier intento de comprensión de un concepto requerirá una reconstrucción de dicho proceso. Por ejemplo, Foucault era bien consciente de ello y son conocidos sus estudios sobre conceptos como la locura, la sexualidad, el saber o el poder. No obstante, al filósofo francés no se interesó  por el proceso cognitivo de conceptualización y abstracción sino que su propuesta era meramente histórica.

 

¿Cómo se forman los conceptos?

Independientemente de que conozcamos o no, el ser humano se relaciona con el mundo con ayuda de conceptos. Esto, así pues, presupone un mundo:

“Mundo real («externo») es todo aquello que no se identifica con el sujeto epistémico, y que está compuesto de diversas clases de objetos. (…) Nos limitamos a observar que por «mundo real» no ha de entenderse necesariamente sólo la totalidad de los objetos físicos ni mucho menos sólo la totalidad de los objetos detectables por nuestros sentidos. (…) Sean cuales sean los objetos reales, si logramos conocerlos y reconocerlos es gracias, entre otras cosas, a los conceptos de que disponemos. Los conceptos nos permiten identificar, diferenciar, comparar, etc. los objetos de los que consta el mundo real»[4]

Para que entendamos qué es un concepto es vital qué comprendamos cómo se forman. En la formación de conceptos, lo que llamaré “proceso de conceptualización”, partimos de la experiencia que tenemos de este mundo. Así, del paso del mundo al concepto hay un proceso.

Supongamos como ejemplo el proceso cognitivo en el que yo llegara a conceptualizar la experiencia de un barco. Para esto supongamos que yo no supiera qué es un barco y que careciera del término lingüístico de barco. Sí, podéis imaginarme con taparrabos y una lanza.

1-En primer lugar, recibiría información de este barco a través de los sentidos. Así, yo miraría al mar, la imagen del barco entraría por mi retina y empezaría a ser interpretada por mi cerebro. Esto supondría un primer filtrado, por ejemplo, por las leyes de la Gestalt.

2-En segundo lugar, de esta información percibiría conscientemente sólo una parte. Para el éxito de mi percepción debería tener conocimientos y conceptos previos que me hicieran capaz de captar esa nueva realidad. Por ejemplo, conocimientos como que algunos materiales con propiedades determinadas pueden flotar en el agua. Además, el no tener conocimientos más específicos sobre las partes de un barco me impediría percibir la gran cantidad de diferencias que cualquier marinero sí sería capaz de percibir. [5]

3-En tercer lugar, cuando alguien viera mi rostro de sorpresa (podemos suponer que produciría asombro ver un barco por primera vez) y me preguntara sobre mi visión, yo señalaría el barco ostensivamente con el fin de que me entendiera.

4-En cuarto lugar, proferiríamos algún tipo de sonido que nos sirviera para referirnos al barco. Este sonido podría ser por ejemplo la descripción “casa flotante”.

5-En quinto lugar, cuando viéramos más cantidad de barcos, podríamos acabar generando una etiqueta que definiera el conjunto de “casas flotantes”: el “barco”.

Así pues, hasta aquí, este proceso lo haría con una base sensorial.

Sin embargo, los problemas epistemológicos más graves empiezan en lo que yo llamo “proceso de abstracción” y que se inicia donde acaba el proceso de conceptualización. En este nuevo proceso, en el que ya se pierde la base sensorial (es decir, cuando dejamos de tener experiencia directa con la cosa) podemos entender los límites y las posibilidades de los conceptos:

Supongamos ahora que veo ante mí lo que parece a ciencia cierta una pelota de fútbol (que enseguida perderemos de vista).

1-En primer lugar, podríamos emitir un enunciado observacional del tipo “Eso es una pelota de fútbol”. Aquí vemos que utilizamos ya el lenguaje lo cual implica estar instalado en un sistema conceptual bastísimo. Análogamente al punto 2 del proceso de conceptualización, la calidad de un enunciado observacional supone conocimientos, conceptos, criterios metodológicos fiables, etc. Por ejemplo, para cerciorarme de que es una pelota de cuero de fútbol podría acercármela a la nariz y oler el característico olor a cuero. También debería tener conocimientos sobre el deporte para el cual ese objeto, la pelota, cumple una función.[6]

2-En segundo lugar, dejaríamos de ver la pelota y daríamos un salto de nivel de abstracción. Así, al recordarla, podríamos acabar hablando de una “esfera” en vez de una “pelota” por lo que habríamos eliminado el contenido material de la pelota y ahora sólo sería una forma tridimensional de cierto tamaño.

3-En tercer lugar, podría pensar que una esfera es como hablar de lo “perfecto”. Relación de ideas que hizo por ejemplo Aristóteles al pensar los cuerpos celestes. O también, por asociación personal, podría encontrar similitudes con el “aleph” del relato de Borges.

Vemos cómo podría llegar a  identificar la cosa en sí que sería una pelota de cuero de fútbol con el concepto de perfección o de aleph borgesiano.

4-Así pues, finalmente[7], podría darse el caso, quizás de un modo un poco forzado, que estuviera en una conversación sobre fútbol y yo me refiriese a la pelota de fútbol como la “esfera”, “lo perfecto” o “aleph”.  en el primer caso, posiblemente, me entenderían porque es consabido que a las pelotas de fútbol se les llaman “esféricos”. No obstante, los otros dos casos son acepciones de la definición de pelota de fútbol que solamente yo compartiría por lo que dichas formas de nombrar la pelota de fútbol no cumplirían su función comunicativa.

A continuación, el proceso completo:

 

Algunas consecuencias para la calidad del conocimiento

1-La importancia de conocer el proceso es tal que si alguien ahora me hablara de esferas yo pensaría en una esfera del tamaño de una pelota de fútbol. He aquí la cuestión: en nuestras conversaciones, lecturas, textos, discusiones, etc. aplicamos constantemente conceptos que son producto de procesos muy personales por lo que después hay malentendidos. Además, cuanto más abstracto es el concepto más fácil es la confusión a no ser que se explicite, por ejemplo, en qué enunciados observacionales uno se ha basado.

2-La ciencia puede presumir de tener un protocolo suficientemente estricto para evitar usos de conceptos personales. No obstante, no están exentos de problemas.

3-Los conceptos, cuando implican relaciones complejas de ideas, conforman juicios. Así, por la dinámica de los procesos aquí expuestos, la calidad de un juicio puede medirse por la calidad de su proceso.

4- Igual que al percibir algo necesitamos previamente de ciertos conceptos. La adquisición de ciertos conceptos nos habilitan para percibir nuevas realidades (y que podrán ser conceptualizadas por primera vez). Según el antropólogo Gregory Bateson:

«existe en el Pleroma [en el mundo exterior e independiente del sujeto cognoscente: el nóumeno kantiano] toda una cantidad de regularidades, que no están nombradas y están listas a que se las recoja. Pero las distinciones y diferencias que se usarían en un análisis no están todavía trazadas a falta de los organismos para quienes las diferencias podrían tener sentido»[8]


[1] José A. Díez, C. Ulises Moulines, “Fundamentos de Filosofía de la Ciencia”, Ed. Ariel, Barcelona, 2008.

[2] En contra de José A. Díez no estoy de acuerdo con la idea de considerar a los conjuntos entidades reales puesto que un conjunto de cosas implica un proceso de abstracción y, por tanto, de conceptualización y abstracción. Dichos procesos son explicados en este post y se caracterizan por ser procesos subjetivos que dan como resultado conceptos. Estos procesos implican abstraer propiedades de las cosas y este definir propiedades es lo que permite definir conjuntos. Por otro lado, en el libro de Enrique Fernández-Abascat (ver pie de página siguiente), un conjunto o clase de elementos constituye una categoría y no un concepto. La diferencia entre concepto y categoría es que el concepto no hace referencia de forma tan obvia a clases pues un concepto puede referirse a personas o cosas concretas (conjuntos con un elemento: La tía Inés). El debate está servido…

[3] Enrique Fernández-Abascat, María Dolores Martín Díaz, Javier Domínguez Sánchez, “Procesos Psicológicos”, Ed. Psicología Pirámide, Madrid, 2009.

[4] José A. Díez, C. Ulises Moulines, “Fundamentos de Filosofía de la Ciencia”, Ed. Ariel, Barcelona, 2008.

[5] Precisamente, la cuestión de que la observación depende de la teoría, algo aparentemente antiintuitivo, supone una aguda crítica a las pretensiones de los inductivistas más ingenuos. Para más información preguntar en los comentarios (evito extenderme en el post) o consultar: “¿Qué es esa cosa llamada ciencia?” de Alan F. Chalmers. Ed. Siglo XXI, Madrid, 1990.

[6] Además, a partir de este primer paso, en el momento que nos referimos lingüísticamente a un objeto estamos, en el sentido de Frege, atribuyéndole un sentido. Y el problema aquí es que según esta distinción fregeana entre referencia y sentido, una referencia puede tener varios sentidos lo cual podría subsanarse con la idea de los conceptos racimos en los que un objeto se definiera por el conjunto de posibles sentidos y no sólo por un sentido (por muy esencial que pareciera ser).

[7] En realidad, el proceso de abstracción admite gran cantidad de subidas de nivel. Entre nivel y nivel, la subjetividad puede distorsionar de una forma exagerada, mediante relaciones y cruzamientos de ideas, el producto final (en comparación al fenómeno físico inicial). No obstante, cuando subir y bajar de nivel se hace con criterio y rigor, el resultado son taxonomías que nos ayudan a formar sistemas conceptuales útiles para comprender el mundo.

[8] Gregory y Mary Catherine Bateson, “El temor de los ángeles. Epistemología de lo sagrado”, Ed. Gedisa, Barcelona, 2000.

10 comentarios en “El proceso de abstracción

  1. És bo per a la comprensió extremar la precaució quan parlem, sobretot amb desconeguts. És sorprenent experimentar les diferències conceptuals entre la mateixa paraula i/o frase interpretada per dues persones, el significat donat per ambdues persones a tals paraules i frases sovint té massa poc a veure, i per tant les actituds de tals (i de totes les) persones trenquen contínuament amb allò que teniem com a esperable d’elles, generant així (a partir de la frustració) força científica, filosòfica, comprensiva… en (molts de) nosaltres. De fet, si filem prim, ens adonarem que aquest procés o un de semblant passa també amb nosaltres mateixos, en una espècie d’esquizofrènia; quan actuem de manera («irracional»?) no esperable. Això potser és així perquè no comprenem bé la dinàmica del nostre «cos-ment», potser també hi ha una mala conceptualització del nostre cos-ment, és a dir, de la seva realitat feta significat.

  2. Hola Efrem! Estic d’acord amb tú. M’agradaria preguntar-te si em podries donar algún exemple d’aquesta espècie d’esquizofrènia.

    Jo crec que anirem canviant el paradigma de lo que entenem per la relació cos i ment

  3. !EXCELENTE¡ Muy claro el ejemplo del proceso de abstracción. Gracias por hacer de este conocimiento maravilloso accesible para todos

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