Carta abierta a un Dios Salvaje

La espiritualidad está íntimamente ligada a una concepción de un Dios bondadoso. Sin embargo, ¿esta idea es la que siempre constatamos? La existencia del mal en relación a la naturaleza de Dios ha sido algo debatido apasionadamente en círculos religiosos puesto que la moral impedía sostener un mal ajeno al poder de Dios, un mal supratrascendental.

Desde la mística y espiritualidad menos fanatizada por justificarlo todo (para mantener la consciencia en paz) no es tan evidente que Dios sea siempre bondadoso. ¿Y sí Dios no es ni bueno ni malo? ¿Y si realmente nos hizo a su imagen y semejanza?

La espiritualidad, a mi juicio, implica también convivencia con el infierno y no solamente un vivir una vida virtuosa para escapar de él. La experiencia del misterio y lo transpersonal nos hace topar continuamente con un universo aterrador por su inmenso poder, algo monstruoso y fatal, un poder para nosotros infinito que nos atrapa en un agujero negro de vacío existencial.

Pienso en trillones de supernovas y agujeros negros que ahora mismo están destruyendo millones de sistemas estelares repletos de civilizaciones con ganas de vivir y expandirse, con pasión por conocer este universo. No obstante, este mismo universo, al cual quieren con locura, los aplasta como insectos. El Universo fulmina y extingue a cada una de estas civilizaciones, a sus cachorros extraterrestres, sus eruditos libros, sus derechos y dignidad.

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