Ya tenemos lenguaje, así pues, ¡Empecemos!

¿Quién iba a decirnos que la emergencia del alfabeto significara el fuego que Prometeo robó para nosotros? Después de haber estabilizado pictogramas, de haber desarrollado escrituras logosilábacas, sintetizando cada vez más, en aras de la practicidad, todos aquello signos, llegaron los silabarios semitas los cuales estaban basados en el principio de fonetización. Y con ello llegó el preciadísimo alfabeto consonántico. La expresión abstracta había nacido con su emergencia. La escritura iba a ser el estímulo perfecto para sobrepasar todos aquellos límites que había tenido la cultura oral. Todo era más flexible, más accesible, más fácil de propagar, de corregir. Perfecto para abrir nuevos horizontes, para emprender caminos más lejanos. Con los primeros enunciados teóricos de Tales de Mileto y las primeras argumentaciones, la filosofía iba a inaugurar una nueva etapa.

La estructura semántica en lingüística cognitiva

A continuación hago un resumen del Capítulo 3 del libro «Introducción a la lingüística Cognitiva» de M.J.Cuenca y J. Hilferty y que trata sobre la estructura semántica (o semántica y gramática):

En este capítulo se hace un recorrido por diferentes casos que recogen una de las tesis de la lingüística cognitiva, a saber: el carácter no composicional del lenguaje, la importancia del contexto, de nuestro conocimiento del mundo, de las estructuras gramaticales, de los dominios cognitivos lo cuales dibujan el marco que abarca una cantidad importante de casos de un tema (por ejemplo: ser soltero) y que determinan qué conceptos son más o menos prototípicos, es decir, más o menos representativos de un tipo (dominios cognitivos idealizados). Así pues, ¿el Papa sería soltero?. He aquí un caso poco prototípico.

Para exponer esta idea, el capítulo se vale de diferentes diferenciaciones. Primero, a partir de los conceptos de base y perfil, donde el término definido (perfil) necesita de un marco (base) más amplio (por ej. la rodilla) para ser comprendido. Segundo, a partir del concepto de conceptualización. Así, un mismo contenido proposicional puede tener diferentes interpretaciones (un vaso con agua por la mitad puede “verse” como medio vacío o medio lleno). Tercero, A partir de los conceptos de contenido y estructura. Según la estructura gramatical, según las categorías gramaticales que asignemos al contenido, el significado varía. Por ejemplo, no es lo mismo decir un coche bomba que, en inglés, “a car bomb”. En el primer caso, estamos hablando de un tipo de coche y en el segundo, de un tipo de bomba. Cuarto, a partir del concepto de construcción gramatical. Esta vez, ya totalmente inmersos en la lingüística gramatical, el texto presenta diferentes estructuras gramaticales con un significado propio (independientemente del contenido). Por ejemplo, “No + SV [infinitivo] + SV [gerundio]” como en el caso de “No me hice rico tirando una cosa”. Es curioso comprobar que, literalmente, esta frase dice que no se hizo rico, justo lo contrario de lo que entendemos. Por último, destacar que estos significados muchas veces dependen de nuestro conocimiento del mundo, como puede verse claramente en los casos “¿Tienes bolígrafos?” y “¿Tienes bolígrafo?”, ambos apropiados pero sólo según el contexto.