
En un mundo cada vez más diverso y plural, la noción de «sentido común» se ha vuelto cada vez más incomprensiva. Solamente tenéis que hacer el experimento y hacer a diferentes personas una misma pregunta que esperarías una respuesta de «sentido común». Por ejemplo: si ves a alguien llorando en un parque, ¿qué harías?
La cuestión aquí es que no tenemos la misma experiencia ni los mismos puntos de referencia, lo que desafía la idea de que hay una base común sobre la cual todos podemos ponernos de acuerdo. Con una libertad sin precedentes y una variedad infinita de situaciones, culturas y opciones a nuestro alcance, cada persona vive su propia realidad, construida a partir de su entorno, educación y experiencias individuales.
Esta complejidad hace que el diálogo sea más crucial que nunca. No necesariamente para llegar a una «verdad» en un sentido tradicional y que todos podamos compartir, sino para evitar malentendidos y apreciar la riqueza de nuestras diferencias. Así que en estos tiempos de pluralidad extrema, hagamos del diálogo respetuoso y abierto nuestra nueva forma de sentido común.

