Nietzsche y el nihilismo

Influencias

Nietzsche, en 1866, entabla amistad con el Wagner de espíritu rebelde y revolucionario seguidor de Schopenhauer en filosofía.

Nietzsche en 1869 ya es catedrático extraordinario en filología clásica de la Universidad de Basilea. Vive independientemente de donde se cuece la historia. Su reacción al Siglo de las Ideologías es distante pero culturalmente activa. Desde esta distancia, denuncia y critica el nihilismo (pérdida de un sistema de valores y predominio del relativismo cultural, del “todo vale”) que sufre la Europa moderna.

Nietzsche, a parte de analizar y criticar la modernidad, propone la necesidad de un cambio. En palabras de Gonçal Mayos, en la presentación de “Nihilismo: escritos póstumos” de Nietzsche:

Evidentemente en la Europa de la segunda parte del XIX, una alternativa global al cristianismo podía ser leída como la transformación de todo y la construcción de un nuevo mundo; pero no olvidemos que esa metamorfosis universal y esa nueva posibilidad no podía recaer en una nueva religión, en otra moral, en todavía una metafísica; no podía mantener calores ascéticos o resentidos, sustituir unos ídolos por otros, continuar negando la propia vida ahora y aquí vivencialmente singular y unida a la corporalidad, etc. Es decir, no podía recaer en otra forma del nihilismo, por mucho que se alejará del cristianismo”.

Nietzsche sólo reconoce una alternativa viable: la del mundo antinihilista, la del nihilismo explícito activo, la del superhombre, un ser transgresor y creativo.

Su pensamiento

El pensamiento de Nietzsche está lejos de la racionalidad obsesionada con la coherencia y en el principio lógico de la no contradicción. De hecho, desarrollará el elemento griego de Apolo, el cual representa precisamente lo claro, la razón, el sol y la luz. Éste lo antepondrá a lo que él defenderá y desarrollará, lo dionisiaco.

¿Qué concepción sobre la racionalidad se puede desprender del Dios griego del vino, de la embriaguez y la vegetación? En el “Nacimiento de la tragedia” dice:

“Hemos de concebir la tragedia griega como un corazón dionisiaco que una y otra vez se descarga en un mundo apolíneo de imágenes”.

La irracionalidad es fundamental en el ser humano, puesto que su racionalidad no viene dada por su esencia sino por su capacidad teórica. Su esencia se presenta como un yo errante, oscuro, ahogado en penas y errores. Nietzsche habla de un hombre trágico que es substituido, a causa del gran corruptor Sócrates, por un hombre teórico.  Por ello, Nietzsche huye de toda metafísica y se centra en el campo axiológico de los valores morales.

Desde Sócrates y Platón y toda la omnipresente tradición apolínea, Nietzsche denuncia una tradición nihilista que, en boca de Mayos, “marca al cristianismo, la moralidad, el humanismo, el racionalismo, el idealismo, el socialismo,… y se caracteriza por un similar rechazo de la vida, del mundo, de la naturaleza, del cuerpo, de el ahora y aquí, de uno mismo”.

Tipos de nihilismo

El nihilismo ruso se contrapone al nihilismo nietzscheano en cuanto que el ruso es un nihilismo explícito pasivo y el nietzscheano un nihilismo explícito activo. Vemos que tanto el uno como el otro son explícitos, es decir, que toman conciencia de sí mismos y se reconocen como nihilistas.

Ante esto hay dos reacciones que hemos mencionado:

La rusa, que es pasiva, y que es caracterizada por la famosa consigna “si Dios no existe todo está permitido”, es un “todo vale”. Esta postura no reacciona y se hunde. En palabras de Mayos “cae presa de la desesperación y se muestra incapaz de reaccionar activamente a la nueva situación ofreciendo algún tipo de alternativa o de respuesta”.

De esta manera entendemos el nihilismo explícito activo, el de Nietzsche, como el que sí propone una alternativa y se compromete vitalmente para cumplirla, destruyendo los falsos valores y creando constantemente nuevos.

Nietzsche llamará al nihilismo ruso “fatalismo ruso” pues es una visión que se estanca en el pesimismo de encontrarse en un mundo sin sentido, incomprensible. El hecho de que se estanque hace que Nietzsche lo considere “nihilismo incompleto”.

La actitud de Nietzsche es transgresora y reafirmante, objetivo que pasa por la negación de la crítica y el reconocimiento de ser nihilista. En el “Así Habló Zaratustra” puede hacerse la analogía de las tres fases hasta llegar al superhombre o transhombre: primero, el camello, éste es el nihilista implícito que no es consciente de ser esclavo de la visión apolínea; luego, el león, que es el nihilismo explícito pasivo, momento en el que se niega todo, se rompe con todo, pues “todo vale”; por último encontramos al niño, y este representa el nihilismo explícito activo que representa la actitud transgresora, creativa y reafirmante. Es el momento para vivir ilusionado por la vida, con una visión virginal de la vida, de continua atención al instante, de continuo devenir entre la destrucción y la construcción axiológica.

Conclusión

Nietzsche, haciendo una comparación, relaciona la modernidad con la nutrición y la digestión. Denuncia que los modernos no saben comer, denuncia que no saben comprender el mundo pues no lo asimilan adecuadamente. ¿Por qué? Por la compasión que sensibiliza, de forma excesiva, la delicadeza del estómago. La compasión, “bajo el disfraz de la moral”, representa la tolerancia indiscriminada lo que permite llevarse a la boca cualquier comestible sin importar cuál.

Cada comestible es una nueva impresión que nunca acaba de ser asimilada. Esto a la larga, y a un ritmo acelerado, causa el debilitamiento del estómago. Éste se ve presa de un continuo digerir, no pudiendo así digerir nada en su totalidad

Desde la debilidad (del estómago) y la costumbre (continuo mal digerir), el hombre moderno ha sufrido “el profundo debilitamiento de la espontaneidad”. La falta de energía obliga a economizar las fuerzas, lo que exige priorizar y delegar a un último plano lo iniciado por uno mismo. La prioridad máxima se centra en el poder reaccionar “a las excitaciones exteriores”. La mentalidad moderna, esencialmente reactiva y artificial, se manifiesta a través de la ciencia y, por todo lo dicho, representa una “frialdad sistemática”.

Nietzsche acaba estableciendo una dualidad contrapuesta, perteneciente a la modernidad, caracterizada por “una cierta pesadez y cansancio profundos”, lo que es causa del debilitamiento en el estómago; y su opuesto, “la movilidad extrema”, lo que causa no poder pararse y comprender (digerir) el mundo.

El nihilismo, por lo que entiendo, es causa de esta indigestión a la que Nietzsche se refiere.

No saber discernir, no saber decir no, el decir sí incondicionalmente. ¿Por compasión? ¿Por pena? Por no atreverse a ser uno mismo. Por ello el nihilista va con miedo, tanteando el terreno, estudiándolo, siempre con la conciencia fuera y, en ninguno de los casos, con la conciencia dentro. Ello supondría reconocer sus gustos, sus instintos, sus miedos, sus traumas, su inacción. Freud diría: supondría reconocer su inconsciente.

En la actualidad se vive muy claramente este panorama. La tolerancia ilimitada a llegado al punto de tolerar al intolerante. Esto supone, a causa de esta contradicción interna, uno de los grandes problemas que jamás ha vivido la humanidad: la pérdida de referentes éticos, estéticos y metafísicos.

Ahora se dice: “No tengo ética. Todo vale”; “No tengo gusto estético. Todo (o nada) me gusta”; “la verdad no existe, es subjetiva, es opinión”. ¡Esto es como una enfermedad! ¡Cuánto daño hace!.

Un color, una nota musical o una palabra ya no tienen nada en sí, han perdido su esencia. Nadie se detiene a sentir un Re o a mirar el color naranja o a comprender la palabra “ser”. ¿Por qué? Por el ritmo acelerado de la modernidad, donde lo que prima es lo que puede consumirse lo más rápidamente (para seguir consumiendo). Una sinfonía, un cuadro o una poesía serán disfrutadas de mala manera. No se escuchará, ni se contemplará, ni se sentirá como algo íntimo, como algo de sentido especial, sino como una sinfonía más, un cuadro más, una poesía más. Serán objetos en un mar de objetos. Como gotas de agua. No importa cuál se viva antes. Todas son lo mismo pues todas tienen en común el estar delante y detrás, el estar antes y después de otros objetos. Después de la sinfonía viene otra, después del cuadro… ¡todavía queda por ver todo un museo!. ¿Y después de la poesía? Hay más poetas.

Demasiada avidez de conocimiento, demasiado exigirse saberlo todo ya. Así no se disfruta. No hay paz, calma, reposo. Nada reposa. Mientras inicias algo nuevo todavía está de vuelta el eco de lo anterior. ¿Al final? Ruido.

Un comentario en “Nietzsche y el nihilismo

  1. Friedrich Nietzsche señaló con verdadero espanto ¡la indiferencia de la generación actual ante el nihilismo! El exacerbado racismo criminal y genocida serial del Libro de Israel, y su falta de significado para los que no somos judíos, llevó a Nietzsche a pregonar: ¡la muerte de Dios! Grandes multitudes abandonan la religión judeo cristiana ante su falta de congruencia de sus dogmas con la realidad. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo resaltando la importancia genérica de Cristo y sus enseñanzas. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Congruencia que da certidumbre a la unión inseparable entre la fe y la razón, enseñada parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento para disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad, haciendo un juicio justo de nuestras creencias (Jn IX, 39).
    http://www.servicioskoinonia.org/relat/344.htm. http://www.redescristianas.net/2010/09/27/ser-cristiano-en-nuestra-sociedad-plural-y-laicajose-m-castillo-teologo/

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