Las revoluciones y la Ilustración

Desde la Revolución Inglesa (1688) hasta la Revolución Francesa (1789) esta época recibe el nombre del “Siglo de las Luces” pues todo el mundo toma conciencia del comienzo de la razón y la ciencia. “Debe examinarse todo, revisarse todo, sin excepción ni miramientos” dice Diderot. La Ilustración supone la reacción contra el Absolutismo, contra el fanatismo hasta entonces reinante, contra todo dogma.

En la Revolución Americana (1774-83) se identifican los signos “de la potencia emancipadora de las ideas ilustradas”. Por eso podemos decir que ésta fue la revolución que inició la Ilustración.

En la Revolución Inglesa encontramos a Locke y Newton como padres de la Ilustración. El empirismo y el método newtoniano serán aceptados por casi todos los filósofos del siglo XVIII. El deísmo (que afirma la existencia de un ser supremo sin poder determinar su naturaleza y sin poder saber si es causa necesaria o «libre» del mundo) representa el intento de fundar una religión natural, es decir, racional. Su iniciador fue H.Cherbury pero continua con Locke. J.Tolad reivindicó el derecho a la libertad de pensamiento en materia religiosa como también la tolerancia y además compuso la obra clave del deísmo inglés: “Cristianismo sin misterios” (1696). Los moralistas ingleses (Hobbes, R.Cumberland, etc.) intentaron fundamentar la moral al margen de la religión profundizando y concentrándose en los sentimientos.

La psicología asociacionista, inspirada por la concepción mecánica del universo de Newton, movida por David Hartley y su discípulo Joseph Priestley, establece el paralelismo entre los procesos psicológicos y los fisiológicos. La identificación de la psicología con la fisiología vendría dada por la convicción de poder descubrir el proceso mecánico de las sensaciones.

Francia estuvo profundamente influenciada por Inglaterra. Como señala Melchior Griman, un enciclopedista de origen alemán “Sin los ingleses, la razón y la filosofía continuarían viviendo en la más absoluta infancia en Francia”. Voltaire, Montesquieu y Rousseau, por ejemplo, viajaron a Londres. La originalidad de la Ilustración francesa se fundamenta en Descartes (aunque se reconocía que Newton lo había superado). Además la situación no era la misma: se había asentado una monarquía absoluta, la aristocracia se aferraba a sus derechos y reinaba una verdadera falta de tolerancia en todos los terrenos. Además, la iglesia católica mantenía todavía un papel preponderante y la bancarrota económica había empobrecido el pueblo. Por ello, los filósofos franceses se mostraban muy críticos y agresivos, más que los ingleses, y emprendieron una profunda lucha (la Ilustración francesa comienza con Pierre Bayle quien siempre defendió la tolerancia y la libertad de pensamiento.) para dar una mayor difusión a sus ideas. Ellos difundieron por toda Europa las ideas ilustradas y el francés se convirtió en la lengua de las minorías intelectuales.

Destacar, aunque sea a modo de apunte, que el “Diccionario histórico y crítico” propone un objetivo crítico y pretende ser una colección de los errores que se han ido sedimentando en la tradición cultural europea.

Por otro lado, el deísmo arraiga en Francia gracias a Voltaire quien de ninguna manera se consideró ateo (“Si Dios no existiese, habría que inventarlo; pero la naturaleza entera nos recuerda a gritos que existe”). El orden del mundo parece demostrar que Dios existe. Pierre Louis Moreau de Maupertuis y Jean Baptiste Robinet son los máximos representantes de la defensa de la concepción no materialista de la divinidad sintetizada de la física de Newton y la metafísica de Leibniz.

Los materialistas Julien Offray de La Mettrie (mecanicista) y Heinrich Dietrich Holbach defienden su ateísmo explícito para reconocer en su concepción la única manera de que el hombre se salve de su servilismo en la religión o la moral espiritualista.

También encontramos moralistas franceses que parten de la misma postura materialista que los ingleses. Podemos citar a La Mettrie y Holbach; a Claude Adrien Helvetius (“Del espíritu” 1758) quien inspirado en Locke, Hume, Voltaire y Mandeville, concibe el esfuerzo natural del hombre (lo básico a obedecer) en el egoísmo a satisfacer de las propias necesidades y conseguir el mayor placer posible. Vemos cómo se recurre a la naturaleza y no a la religión.

Para acabar, destacar a Diderot y Alembert cuando redactan, con la ayuda de un amplio equipo, lo que representa una verdadera obra de la Ilustración, una obra de todos: el “Diccionario razonado de las ciencias de las artes y de los oficios” de 27 volúmenes.

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