La metáfora y las emociones: una perspectiva analítica

En este post querría exponer críticamente algunas tesis propias de la Filosofía del Lenguaje sobre las metáforas y el fenómeno de la emotividad resultante de la experiencia de las ficciones. Mi crítica y mi propuesta de ampliación de tales tesis enlazan ambas temáticas y es por ello que quiero hacer un análisis conjunto.

Voy a ofrecer, además de interpretaciones basadas en autores específicos de este tipo de temario, una nueva interpretación basada en estudios de Milton H. Erickson, Gregory Bateson, Richard Bandler y John Grinder. Voy a prescindir, en la medida de lo posible, del lenguaje especializado propio de los autores ajenos al temario específico y voy a adaptarme al vocabulario y a los conceptos que he ido adquiriendo durante el estudio de autores como Grice, Davidson, Lewis, Black,  Stalnaker, Thomasson, Frege, Beardsley, etc. No obstante, para mi exposición, voy a necesitar introducir conceptos que son propios de la dimensión conductual del lenguaje. Por ello, voy a basarme en la estructura y los procesos implícitos en el lenguaje.

La metáfora

Mi punto de partida va a ser un cuento:

    (C1)    Había una vez, una nube que muchas veces tenía problemas para atreverse a acercarse a otras nubes con las que quisiera empezar a llover. La nube, cuando veía otra nube que le interesaba, empezaba a temer que ésta la rechazara por venir cargada de una agua demasiado ácida, o que la considerara demasiado pequeña y, por tanto, indigna para que fuera la detonante de hacerla descargar toda aquella agua que tanto le había costado acumular. Entonces, la nube, para evitar tal posible decepción, procuraba dejarse llevar por alguna corriente de aire que la elevase lo más lejos posible hacia aquellos espacios del cielo donde estaban pobladas solamente de pequeñas nubes como ella.

Una de la principales propuestas teóricas sería interpretar que el autor de (C1), en este caso yo, estaría profiriendo, a través de una acto de significación indirecto, un juicio. Más allá del análisis literal, el autor de (C1) quiere que su audiencia se atenga a las máximas conversacionales que se desprenden de la teoría del significado de Grice. El autor tiene la intención de que, emitiendo (C1), su audiencia produzca un juicio determinado. Y que al emitir (C1), la audiencia reconozca la intención del autor de producir en ella tal juicio. Es un acto de significación indirecto metafóricamente generado porque la nube esconde un sentido alternativo que el contexto hace posible:

    (C2)     Margarita tiene problemas para atreverse a ponerse a hablar con hombres que le gustan. Cuando está en un pub o una discoteca y encuentra alguien que la atrae, empieza a pensar que tal hombre la rechazará, o que pensará que ella no está a su altura y que, por tanto, no es lo que busca. Entonces, Margarita, para evitar cualquier frustración, se evade del problema concentrándose en sus amigas.

Este cuento, emulando el uso de las metáforas por Milton H. Erickson en psicoterapia, responde a un caso concreto en que a una cliente (soy psicoterapeuta profesional), en estado de hipnosis, le leía tal cuento. Este cuento lo había construido al modelar antes una limitación suya.

Desde este concepto de estructura hago mi propuesta de ampliación de las tesis de Davidson, Black y Beardsley. Como intentaré justificar, mi postura se aleja de la tesis de Davidson puesto que éste defiende que las metáforas tienen un carácter abierto y creativo, por lo que cuanto más “vivas” mejor. Mi postura, más o menos contraria a ésta, defiende la necesidad de un criterio de corrección e incorrección (pues afirmo que unas «valen» y otras «no»), aunque entiendo que en algunos casos algunas metáforas no pudieran someterse a tal criterio, por ejemplo casos en los que el mismo autor no tuviese en mente nada concreto que transmitir. Sin embargo, el caso que yo he presentado tiene una intención clara y no podría permitirme un uso ambiguo de las metáforas.

En todo caso, es en el concepto de estructura donde todas estas teorías pueden ser tratadas desde otra perspectiva. La estructura, en el sentido que la utilizo, significa lo complementario al contenido, el esqueleto que necesita ésta para conectar los elementos que conforman cualquier contenido. Asimismo, todo esqueleto necesita de carne que sustentar, de detalles que organizar. Alguien con una estructura x aplicará su estructura en diferentes contextos, por lo que, según el contexto, dicha estructura “sustentará” contenidos diferentes.

Por ejemplo, la nube de (C1) y la mujer de (C2), Margarita, comparten la misma estructura. Entre otras dimensiones de la estructura, compartirían la secuencia siguiente:

    (E)     Ver alguien que le agrada – Pensar pesimistamente sobre sus posibilidades de conquista – Evadirse a través de su grupo afín.

Los detalles que “llenan” esta dimensión de la estructura son completamente diferentes (una persona es obviamente diferente a una nube). Pertenecen a dominios diferentes. Vemos pues, en una primera aproximación a la naturaleza de las metáforas, la importancia de las similitudes, el peso de éstas. Por lo contrario, no se valoran tanto las diferencias pues las diferencias refieren sólo a los detalles, al contenido, y no a la estructura.

Profundizar en la dimensiones de la estructura nos llevaría un tiempo que no toca pero espero que quede intuitivamente claro el significado que atribuyo a los conceptos de estructura y contenido.

De esta manera, mi concepción de la metáfora quedaría definida así:

    (M)    Una metáfora es una expresión en la que x e y son detalles intercambiables en virtud de compartir una misma estructura, siendo los contextos los determinantes de los contenidos.

La estructura, como tipo (type), se ejemplifica en x o en y según las propiedades del contexto. En el caso de (C1), el contexto configura un panorama cargado de elementos naturales (nubes, corrientes de aire, la inmensidad del cielo, el fenómeno de la lluvia…). En el caso de Margarita (C2), el contexto lo configura el mundo real, el cual está cargado de elementos familiares para cualquier persona que viva en sociedad (personas, pubs, discotecas, calles, grupos…).

Así pues, con (M) recuperaría la esencia del análisis 2 de Lewis, lo cual haría más completa las concepciones de Black y Beardsley, las cuales pienso no dan suficiente importancia al contexto y a la intención del autor.

2

Un tipo de teoría que propone Beardsley para asegurar una cierta objetividad para los significados metafóricos:

Un vehículo metafórico v de una frase t(v) proferida en un contexto C es una parte de t(v) (quizás impropia) tal que:
    (i) La combinación de v y t(. . . ) es ilegítima en C.
    (ii) Algunas de las propiedades presupuestas en C de la extensión de v (según uno de sus sentidos usuales) podrían ser propiedades de miembros de la extensión de (parte de) t(. . . ) (según uno de sus sentidos usuales).
    (iii) La intensión de v en t(v) es el conjunto de las propiedades presupuestas en C de la extensión de v (según el sentido relevante) que no se niegan en C de los miembros de la extensión de (parte de) .t(. . . ) (según el sentido relevante).

Según esta teoría, podemos analizar la metáfora “Margarita es una nube” en los contextos de (C1) y (C2). La condición (i) se cumple porque es ilegítimo pensar que una persona pueda identificarse con un fenómeno atmosférico. La condición (ii) se cumple porque Margarita y la nube de (C1) comparten algunas propiedades como el interés por un amor, el miedo a la decepción o el mismo tipo de reacción a tal miedo. La condición (iii) también se cumple porque es posible intercambiar la nube por Margarita, y viceversa.

Como critica Davidson, esta teoría no distingue entre significar y el querer decir. En el caso (C1) parece claro que quiero decir (C2) y no otras cosas. No obstante, su significado metafórico podría ser mucho más amplio (y de hecho lo es también para otras personas).

¿Cómo afecta esta concepción a la propuesta de Davidson? Como he dicho más arriba, quiero replicar a que las buenas metáforas tengan que ser abiertas e irreductibles. Según (M), una metáfora como la nube de (C1) puede relacionarse, mediante analogía, con una multitud limitada de casos en los que la estructura se mantenga. Y en este sentido, puede entenderse la verdad de algunas metáforas (Nota 1). No obstante, en cuanto alguien de la audiencia hiciese una interpretación m de la nube de (C1) que no mantuviese la estructura, estaría incurriendo en un error y, por lo tanto, no valdría decir que, como en el caso de Davidson, la metáfora le hubiese evocado m y que eso fuese suficiente.

La emotividad

En este punto querría plantear la cuestión de emotividad. La cuestión principal es ¿Cómo puede afectarnos algo que no es real?. El enfoque que quiero plantear está en la línea de Walton.

El hecho de que a Margarita, al leerle un cuento como (C1), pueda causarle ciertas emociones, indica que la distancia entre ficción y realidad no es abismal. Como puede verse, no me interesa para este estudio tratar el tema de la paradoja de la tragedia.

Walton, para tratar esta cuestión, entendería a (C1) como una obra-tipo susceptible de ser entendida de diversas maneras en función de los actos de fingimiento por parte del lector. Además de la serie de actos de significación intencionadamente simulados, interesa ver una serie de proposiciones indirectamente generadas: las presuposiciones (véase más adelante el punto «Stalnaker»). Desde aquí, mi intención es clara: controlar el conocimiento que tiene Margarita del cuento (C1), a sabiendas de que el contexto de la lectura acompaña para que Margarita se relaje y se “introduzca” en el cuento. Aquí quiero citar a Frayn, autor de la obra “Copenhagen” sobre un famoso diálogo entre Bohr y Heinsenberg y que dice, a propósito de quien representa a personajes reales en ficciones, que es una oportunidad para “hacer explícitas ideas y sentimientos que nunca se acaban de expresar en el tráfago de la vida, y revelar la estructura subyacente de sucesos” (New York Review of Books 2002, 5, 23). La “estructura” vuelve a tomar presencia en toda esta problemática. Mi propuesta personal para toda esta problemática se basaría, una vez más, en lo expuesto antes sobre la estructura. La capacidad imaginativa que cada uno de nosotros tiene para establecer conexiones a nivel de estructuras explicaría que Margarita pudiese relacionar (C1) con su caso, (C2), y que dicha relación produciese en ella un profundo sentir.

Hay que tener muy en cuenta que he propuesto un ejemplo casi paradigmático en el que creo que se puede entender de forma evidente cómo es que las ficciones pueden provocar emociones y que cómo incluso pueden tener relación, gracias al papel activo de la audiencia, con la vida íntima de sus lectores.

2

La misma capacidad infantil que tenemos para el juego del fingimiento se muestra aquí. En el hacer (como) que encontramos la capacidad para reconocer en (C1) un conjunto de oraciones que usados como atrezo, es decir, como recursos “objetivos”, la audiencia (en nuestro caso, Margarita) podría hacer de (C1), hacerlo (C2), lo cual es algo parecido a lo que ocurría cuando Margarita se “introducía” en el cuento. Y ello mediante la imaginación, quizás en este caso a un nivel menos consciente que cuando los niños usan piedras para fingir manipular pasteles. Además, decir que, por el mismo mecanismo, Margarita podría dejar de imaginar que (C1) está relacionado con su caso.

Es curioso ver que parece un caso inverso de lo que Walton diría puesto que he propuesto la ficción (C1) como atrezo y la realidad psicológica de Margarita (C2) como lo representado por el fingimiento. Supongo que esto se explicaría diciendo que Margarita no está jugando a ningún juego, no está practicando ningún fingimiento, sino que soy yo, como autor de (C1), quien utiliza como atrezo el caso de Margarita (C2) (y no C1), creando así, mediante mi imaginación, el cuento de la nube (C1).

Frege

A partir de aquí, querría poner a prueba a (M) relacionándolo con otras cuestiones tratadas por otros autores.

La teoría del significado de Frege resulta muy interesante a la hora de pensar (M). Voy a ofrecer dos planteamientos posibles a la hora de interpretar (M) en Frege:

1)     (M) plantea la posibilidad de referirse a la estructura (con independencia del contenido y, por consiguiente, del contexto) como sentido. Además, (M) plantea la posibilidad de referirse al contenido (con independencia de la estructura) como referencia.

Cuando Frege indica la naturaleza de los sentidos, hace referencia a la exigencia de que dos términos singulares pueden sustituirse el uno por el otro, manteniendo el mismo valor cognoscitivo, si tienen el mismo sentido. Así, el principio de sustituibilidad puede aplicarse cómodamente. Según (M), gracias a que la nube de (C1) y Margarita de (C2) comparten una misma estructura (E), identificada ésta con el sentido fregiano, estos pueden intercambiarse sin problemas.

Además, ahora saliéndonos de Frege, (C1) y (C2) podrían relacionarse de un modo similar a la teoría de la transferencia. La expresión metafórica proferida en (C1) tendría un significado metafórico de la misma forma que cualquier expresión literal tiene, por convención, su correspondiente significado. Pero como habíamos introducido una nueva relevancia al contexto, esta transferencia no se cierra drásticamente. Habíamos reconociendo cierta abertura, aunque no ilimitada como en el caso de Davidson.

2)    (M) plantea la posibilidad de referirse a la estructura (con independencia del contenido y, por consiguiente, del contexto) como referencia. Además, (M) plantea la posibilidad de referirse al contenido (con independencia de la estructura) como sentido.

 (C1) y (C2) tienen el mismo referente (la estructura (E)), sin embargo, por tener contenidos diferentes, no se entiende lo mismo; porque el sentido, en la teoría de Frege, determina la referencia, por lo que (C1) y (C2) estarían determinados de forma distinta (Nota 2).

Stalnaker

La propuesta sobre las presuposiciones de Robert Stalnaker es otra de las relaciones que creo que pueden ayudar a entender los pros y los contras de mi propuesta.

Así, una estructura podría entenderse como una presuposición de tal manera que:

(a)     ‘La nube tenía problemas para relacionarse con las nubes que le gustaban’
(b)     ‘Margarita tenía problemas para relacionarse con los hombres que le gustaban’

(a) y (b) presupondrían (c):

(c)    ‘Alguien tenía problemas para relacionarse con quienes le gustaban’.

Según los análisis anteriores, estos tres ejemplos representan, respectivamente, a (C1), (C2) y (E), mostrando así a la estructura como presunta presuposición. Tanto (E) como (c) serían condiciones necesarias para la verdad de (a), (b), (C1) y (C2).

Podemos ver que desde la presuposición podríamos empezar a ‘rellenar’ los indéxicos ‘alguien’ y ‘quienes’ de forma que crearíamos una multitud limitada de casos concretos (contenidos) en los que se mantendría la estructura. En este sentido, ¿Estaríamos creando metáforas? Mi opinión es que sí porque toda creación de metáforas partiría de la estructura que, como designadores no rígidos, se limitaría a perfilar/describir el ámbito donde una multitud limitada de términos singulares (contenidos) podrían encajar.

Reflexión

¿Un discurso fictivo metatextual de las metáforas permitiría decir lo siguiente?:

(a)     Fc1(La nube está en relación análoga con Margarita)

¿Todas las metáforas, cuando han sido sometidas a la teoría de la transferencia, permiten aseverar enunciados como (a)? ¿O es la lectura metatextual la que garantizará a priori el éxito de la transferencia?

Y una última reflexión

En mi caso concreto (C1) tendríamos un ejemplo clarísimo de lo que Thomasson piensa. Mi cuento tendría, como instrumento social, una función específica con fecha de caducidad. En cuanto cumpliera su propósito (ser parte de un tipo de terapia) podría plantearse prescindirse de él para siempre.

NOTAS:

1) Habría correspondencia entre la metáfora y el mundo real en cuanto a estructura.
2) La propia definición (M) parecería estar más cerca de esta perspectiva.

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