Creencias limitantes de los procrastinadores

Procrastinar significa posponer una tarea, perder el tiempo. Recientemente, he participado en el libro «Lo haré mañana» en el que de una forma rigurosa y muy práctica se aborda este comportamiento, sobretodo cuando supone un problema para la salud, la psicología, los estudios y el trabajo. En él se busca aportar todo tipo de soluciones y reflexiones para su resolución.

En mi capítulo me he centrado en la procrastinación laboral, en cómo el estrés, el aburrimiento, la falta de gestión del tiempo y los pensamientos pueden perjudicar el rendimiento en el trabajo.

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Publico aquí un fragmento del capítulo sobre tipos de pensamientos que motivan la procrastinación:

“Los hombres no se perturban por las cosas, sino por la opinión que tienen de éstas”. Epicteto, filófoso griego (50-125 D.C)

¿Y si al plantearnos nuestras posibilidades creemos que somos incapaces de hacer nada? El procrastinador suele caracterizarse por un discurso interno autoderrotista. ¿Qué nos estamos diciendo para llegar a todo ello? Cuando estoy estresado o deprimido ¿Qué pienso sobre mí mismo? Uno de los factores típicos del procrastinador son las llamadas creencias limitantes, pensamientos sobre nosotros o el mundo, que en vez de ayudarnos nos perjudican.

He aquí algunos ejemplos de este tipo creencias propias de diferentes tipos de procrastinador:

– «No puedo equivocarme”

Esta creencia -base del perfeccionismo- debe cuestionarse. Tenemos que permitirnos errar, ver en la equivocación algo positivo y necesario para el aprendizaje y, sobre todo, algo humano. Puede que esta creencia nazca de lo que nuestros superiores nos meten en la cabeza día tras día, pero tenemos que seguir comprendiendo que ellos podrán decir lo que quieran, el mundo seguirá siendo un lugar donde hay equivocaciones y si se enfadan con nosotros el problema lo tendrán ellos, lo tendrían con la realidad de lo humano, ni más ni menos. Como dijo el escritor Eduardo Galeano: “Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses”. Déjate en paz, es fundamental no tomarlo como algo personal, es aguantar la bronca correspondiente y seguir adelante focalizando nuestros esfuerzos en solamente aquello que está bajo nuestro control. Por supuesto, esto siempre y cuando nuestra actitud sea aprender de los errores y no repetirlos por falta de interés.

-“Es que soy incapaz de hacerlo”.

Ésta es probablemente una de las creencias más relacionadas con la procrastinación. Para combatirla es fundamental trabajar la autoestima puesto que cuanto mayor sea nuestra confianza en nosotros y nuestras habilidades, mayor será nuestro intento de llevar a cabo nuestras tareas. Es vital creer sólidamente en nuestra eficacia personal, en nuestra capacidad de organización y ejecución de conductas necesarias para alcanzar determinados resultados. Para poder ganar la expectativa de poder hacer algo eficazmente hay una gran variedad de técnicas. Una es tener presente momentos pasados de autoeficacia que pongan en duda la creencia de no poder hacer algo. Dado que ser eficaz en una tarea no tiene porqué significar serlo en aquélla en la que nos sentimos incapaces (ser bueno para la informática no nos hace buenos para la cocina). Una manera es ajustar la dificultad de la tarea para que sea asequible y buscar hacerlo correctamente, aunque la creencia no acompañe. Parecerá absurdo pero es justo lo que se busca, reducir al absurdo la creencia. Todo el rato estamos suponiendo que el problema no es la verdadera incapacidad en la tarea sino la convicción de no poder realizarla. Es decir, no es un problema práctico sino de falta de confianza. Así que si esa falta de confianza se basa en la creencia de no poder hacer algo, la mejor manera es atacar la creencia con un ejemplo que rompa los esquemas de la creencia.

-“Es que es muy difícil y me cuesta mucho”.

Existe actualmente una profunda crisis del valor del esfuerzo, sobretodo en los jóvenes. Hay que aceptar que uno solamente cuenta con sus propios recursos para conseguir algo, aunque ello suponga tomar la iniciativa de preguntar algo que no se entiende. Hay que recordarse que ya no somos niños y que las cosas no son fáciles, que hay que esforzarse.

-“Es que yo soy así”

Justificar nuestra propia procrastinación, incluso haciendo broma, es una creencia limitante puesto que evita que hagamos algo para cambiarlo. Nadie es procrastinador en esencia, de forma innata, sino que es algo aprendido que se puede desaprender o, mejor dicho, que se puede sustituir por otras actitudes mucho más constructivas.

-“Mejor hacerlo yo, puedo con todo”.

Procrastinar puede deberse al estrés y si no sabemos delegar tareas a nuestros compañeros o subordinados, estaremos cargando con demasiado trabajo. Es vital saber lo que no sabemos, lo que no podemos asumir, saber decir que ‘no’ a tareas que puedan colapsarnos, tanto por ya estar cargados de trabajo, que sería el ejemplo de ahora, o por intuir una tarea superior a nuestras capacidades o posibilidades. Y es que a veces decir que ‘no’ es lo más inteligente, pues tenemos límites y es bueno conocerlos, ser consciente de ellos y actuar en consecuencia. Por supuesto, esto no excluye que llegado el momento expandamos nuestros horizontes y superemos nuestros límites.

-“Es que tengo problemas de concentración”.

No hay evidencias que correlacionen procrastinación con capacidad de concentración. En todo caso, pueden haber dificultades por la capacidad de organización de tareas, la motivación, la memoria u otros factores, pero no con la concentración.

-“Es que trabajo mejor a última hora”.

Es cierto que uno puede llegar a cumplir objetivos de esta manera e ‘ir tirando’. Sin embargo, aunque es una manera de conseguir intensidad emocional, algo que muchos necesitan en sus trabajos, existen alternativas para conseguir dicha intensidad, por ejemplo, planteándose objetivos más ambiciosos.

Ante una creencia limitante, además de desafiarla, buscaremos sustituirlas por una creencia ‘potenciadora’ que nos ayude a hacer mejor nuestro trabajo y a estar emocionalmente más estables. Teniendo en cuenta todo lo anterior, es útil acompañar nuestro espacio de trabajo (a través de recordatorios en post-its u otros medios) con creencias potenciadoras del tipo:

• Eres absolutamente capaz, recuerda.

• No se trata de asegurar ser perfecto, sino de asegurar estar en continuo aprendizaje.

• Supera tus límites mentales, la realidad no es tan limitante como lo es tu mente.

• No es cuestión de que sea fácil, sino de que valga la pena.

• Eres un adulto, no un niño, esfuérzate y responsabilízate de hacer un buen trabajo.

• Tu incompetencia no es parte de tu ser, sino de no saber aprender a ser competente.

• Hazlo ya, libérate de la carga, no lo hagas más difícil.

 

When time is passing . Mixed media

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