El ciclo de Urano y Plutón en las relaciones de pareja

Feliz de iniciar sección de divulgación astrológica en Código Nuevo.

Durante estos años estamos viviendo tránsitos planetarios de gran impacto social. Yo os voy a hablar de cómo afecta esto a las relaciones. Ahora, más que nunca, hay más rupturas, peleas, inestabilidad, mucho sufrimiento e incomprensión en las parejas. Esto se debe principalmente a dos planetas con una profunda naturaleza revolucionaria: Urano y Plutón: ambos desestabilizan para facilitar determinados cambios en los modelos de las relaciones y en la sexualidad.

Por un lado, Urano en Tauro es responsable de la revolución en la forma de vivir el placer, tal como podemos ver últimamente en la normalización de la masturbación femenina. Esta posición está promoviendo un erotismo basado en una genuina y original conexión con el cuerpo y una sexualidad creativa alejada del misionero. Todo lo que no esté alineado con una renovada manera de concebir la sexualidad y el romanticismo, Urano lo puede romper de un día para el otro. El problema es que esta revolución sexual e íntima ha sido acaparada principalmente por las mujeres, haciendo a muchos hombres incompetentes para estas nuevas mujeres renovadas. Y así está el mercado. Para que las relaciones funcionen, necesitamos una revolución para los dos sexos. Los hombres necesitamos también mucho empoderamiento personal, conectar con nuestra fuerza y, a la vez, nuestras emociones.

Por el otro lado, está Plutón en Capricornio y que desestabiliza de forma especialmente violenta y traumática aquellas relaciones que o bien están basadas en el ocio y el camino fácil, o bien están basadas en estructuras antiguas. En el primer caso, hace falta asumir que las relaciones implican compromiso, dificultad y estar también a las malas. Se necesitan límites, fronteras que aseguren estabilidad en el amor. En una sociedad de relaciones inmaduras y frágiles donde Tinder es un recurrente plan B, la falta de estos pilares despertarán demonios acerca de lo peor que pudiese ocurrir como son las infidelidades o las crisis insalvables. Así pues, necesitamos estructuras, pero tampoco las antiguas. En el segundo caso, esta configuración permite la emergencia de estructuras totalitarias en las relaciones, patrones de relaciones obsoletas y opresivas, imperativos que dictan que las relaciones deban ser de una forma u otra. Es momento de plantear nuevos límites y reglas que redefinan profundamente las relaciones de poder en las relaciones estables y organizadas, y esto siempre siendo sensibles a cómo minimizar la toxicidad, la cual debe asumirse como inevitable en algún grado.

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