Culpabilidad existencial

¿Somos culpables de…? En consulta me suelo encontrar con personas atormentadas por la culpa, responsables de cosas que no deberían. Cargan en sus hombros el terrible peso de la existencia. Parece que tienen complejo de dioses. Pero no, sois humanos, muy a vuestro pesar.

Por otro lado, a veces me encuentro con personas que son todo lo contrario: todo lo que les pasa es por todo tipo de circunstancias y factores externos. No tienen responsabilidad de ningún tipo, no se hacen cargo de nada. En consecuencia están sumidos en un profundo sentimiento de impotencia y victimismo.

Con este segundo tipo de personas confieso que no suelo caer muy simpático pues mi enfoque en consulta es terapéutico, es decir, hago énfasis en lo que está en nuestras manos cambiar (imagen «libertad»). Quien busque que le diga que, en virtud del cosmos, es como es, le pasa lo que le pasa, y que así tenía que ser y que así será siempre por su mala suerte, conmigo se llevará una decepción. No obstante, tendrán mi empatía.

Sin duda existen una gran cantidad de factores que determinan lo que somos y que no hemos elegido (imagen «determinismo»), pero pienso que es un error vivir desde ese determinismo fatal, aunque filosóficamente sea defendible. Creo que desde una perspectiva espiritual, no dual, está todo fuertemente determinado, pero desde una perspectiva humana tenemos un gran margen de maniobra y de cambio, y en eso se basa la existencia humana, en su poder para regularse, cambiarse, influenciarse, condicionarse, transformarse. Es cuestión de aprendizaje, cambiar nuestra relación con el entorno, flexibilizar el pensamiento, etc.

Considero que es un gran hito universal el darnos cuenta de quiénes somos, de nuestra voluntad y libertad, nuestro poder de elección, nuestra conciencia y capacidad para leer el mundo desde diferentes prismas, de nuestra capacidad para abrir opciones creativamente, de lograr un notable sentido del control, de hacernos cargo de nosotros mismos, y ello sin caer en el primer caso que decía, el de los hiperresponsables.

Y sí, siempre podrá decirse que la persona que más libre se siente ha sido por la suerte de su determinismo… pero vivamos como humanos más cerca de ser dioses que esclavos de los dioses.

Sobre el victimismo

A veces, estamos esperando a que pase algo crucial, algo que cambiará nuestra suerte, que recompensará nuestra desgracia. Lo esperamos afuera, en forma de palabras sabias, medicamentos milagrosos, eventos cósmicos, alegres tristes abrazos. Esperamos que desde afuera nos salven de la fatalidad del Universo, de esa fatalidad que nos convierte en malnacidos por destino, como daños colaterales sin importancia, ignorados y olvidados por la mayoría, sentenciados por el caos, por ese misterioso azar.

Entre tantos lamentos, ignoramos completamente cómo aquello que necesitamos y esperamos afuera, está ya dentro de nosotros, en este mismo instante, ante nuestros ojos, dentro de nuestros ojos, sumergido en nuestra alma, en el infinito Universo de nuestro mundo interior. Un infinito imposible de capturar con la mente, solamente aprehensible por la profunda fe que se enciende al contemplar lo divino que hay en nosotros.

Fluyendo en el círculo vicioso del drama autocumplido, ignoramos completamente que debemos renunciar a esperar recibir de afuera lo que necesitamos adentro. Así que, en vez de tanto recrearnos en la miseria, quejarnos y ningunear al mundo exterior, responsabilicémonos de lo que nos sucede exteriormente. No nos damos cuenta que la nada de afuera refleja la nada de atención que ponemos adentro o, mejor dicho, que la nada que sufrimos afuera es un fractal de la nada que nos enorgullecemos de tener adentro. Es la autocompasión y desconfianza en nuestro mundo interior la que invoca un mundo exterior sin consistencia, sin credibilidad, confuso y vago en sus propuestas, relativo y ambiguo en sus señales, sin ningún ápice de valor, castigador hasta en lo más sutil.

Tagore decía: «Leemos mal el mundo y decimos luego que nos engaña». Olvidamos que no somos seres indiferenciados sino que somos algo singular y creador que debe conocerse con precisión con tal de comprender qué papel jugamos en este mundo en el que tan fácilmente nos disociamos. Es por ello que en estos casos debemos recuperar la solidez de nuestro yo, la certeza de nuestra inmensidad, la verdad interior que no conoceremos por la razón sino por el corazón, el cual nos abrirá a la verdad y al amor.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.