Carta abierta a un Dios Salvaje

La espiritualidad está íntimamente ligada a una concepción de un Dios bondadoso. Sin embargo, ¿esta idea es la que siempre constatamos? La existencia del mal en relación a la naturaleza de Dios ha sido algo debatido apasionadamente en círculos religiosos puesto que la moral impedía sostener un mal ajeno al poder de Dios, un mal supratrascendental.

Desde la mística y espiritualidad menos fanatizada por justificarlo todo (para mantener la consciencia en paz) no es tan evidente que Dios sea siempre bondadoso. ¿Y sí Dios no es ni bueno ni malo? ¿Y si realmente nos hizo a su imagen y semejanza?

La espiritualidad, a mi juicio, implica también convivencia con el infierno y no solamente un vivir una vida virtuosa para escapar de él. La experiencia del misterio y lo transpersonal nos hace topar continuamente con un universo aterrador por su inmenso poder, algo monstruoso y fatal, un poder para nosotros infinito que nos atrapa en un agujero negro de vacío existencial.

Pienso en trillones de supernovas y agujeros negros que ahora mismo están destruyendo millones de sistemas estelares repletos de civilizaciones con ganas de vivir y expandirse, con pasión por conocer este universo. No obstante, este mismo universo, al cual quieren con locura, los aplasta como insectos. El Universo fulmina y extingue a cada una de estas civilizaciones, a sus cachorros extraterrestres, sus eruditos libros, sus derechos y dignidad.

El fuego de Sagitario (poema)

IMG_7240 2El fuego de Sagitario,
el de las brasas,
el último fuego,
nada empieza siendo brasa,
no es de inicios, no es de Aries,
ni de Leo y su esplendorosa melena de fuego amarilla,
no,
Sagitario es fuego rojo, rojo rojo,
el que te entra sin tocarte,
cultivemos ese fuego lento,

revoltoso,
fricativo y vibrante,
como una f y una r,
provocativo y jadeante,
por una vivida leña.

Cultivemos este viejo compañero,
despertar mañanero,
basto y sutil movimiento,
puro instante,
que muere la vida,
que vive la muerte,
siempre renaciendo,
mientras haya donde agarrarse,
afirmándose siempre ser,
con pasión,
con agresividad,
un segundo más,
un primero más…

Plutón: carta abierta a la dimensión oscura de la humanidad (poema)

Pluto-01_Stern_03_Pluto_Color_TXT.jpgEn Astrología Psicológica, Plutón es un planeta que saca el lado más luminoso y oscuro del ser humano. Aclarar que todos los planetas, en Astrología, pueden funcionar bien o mal (funcional o disfuncionalmente) y Plutón se expresa disfuncionalmente como lo más bajo y destructivo del ser humano: a través de miedos irracionales, corrupción, dominación extrema, depravación, paranoias, obsesiones (auto)destructivas, manipulación, impotencia, violencia, etc. Funcionalmente, Plutón permite tener una relación sana con el lado y poder oculto que reside en el ser humano desde siempre. Y sobretodo, permite transformar el infierno en algo luminoso.
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El odio y el poder del amor

La inmensa mayoría, cada uno en su medida y según su disposición, siente odio por algo o por alguien, al menos en algunos momentos o situaciones de la vida. Este odio es uno de los síntomas de nuestra imperfección y puede identificarse, sobretodo, con el pecado de la ira.

¿Se puede odiar justificadamente? Según las circunstancias, parece ser que sí. Sin embargo, el ego, entendido como nuestro yo orgulloso y colmado de pecados, que parece que justamente tiene su derecho a reivindicarse, impide comprender algo subyacente.

Aquel que es malo, que odia, que transmite maldad, que busca el daño de los demás, padece en sí mismo el peor de los males: el infierno interior.

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El árbol y su sombra

Si le das la vuelta a la imagen,
es fácil ver otro árbol,
otro tipo de árbol.
Y es que yo creo que son dos árboles en uno,
dos árboles pero de una misma semilla.

Lo increíble es que la copa de uno es la raíz del otro,
la búsqueda de humedad de uno
es la búsqueda de luz del otro.

Primero, el árbol clásico entre nosotros:
copa arriba raíces abajo.
Arraiga en la densidad del subsuelo,
abriéndose paso entre las entrañas de la tierra,
siguiendo el húmedo rastro
de un oasis antiguamente intuido.
Y su copa se abre sin temor al cielo,
abrazando con fuerza la luz y calor del astro solar,
ofreciendo la carne que protege la vida,
el alimento que nutre todo comienzo.

Segundo, el árbol clásico fuera de nosotros:
copa abajo y raíces arriba.
Arraiga en la inmensidad del cielo,
soñando absorber el agua de las nubes,
fijando su estructura lentamente,
en el lugar de paso de todas las ideas.
Y su copa se abre a la experiencia del infierno,
sombreándose en la seguridad de la matriz terrenal,
buscando el calor del núcleo de la Tierra,
escondiendo los frutos secretos para otras vidas.

Y así ambos conforman un yin yang natural,
una unidad inseparable.

Redención

Los minutos no pasan, ni las horas, ni los años, ni los siglos…

sucesos, movimiento, vida que acontece.

Memoria volcánica plasmada sobre un mohoso papel con oscuros signos intachables.

Cuerpos marcados por el fuego de lo imparable,

eternidad móvil que gira y gira dándole vueltas a una historia detenida,

es el carrusel de las mentiras.

Pretérito entre rejas y fantasmas que escapan y regresan.

Crean mundos que se vuelcan desparramando cuerpos…

cuerpos cambiantes, hondos y vulnerables, frágiles como el verbo,
huidizos pero siempre presentes.

Cuerpos protectores del engaño.

¡No dejes nunca de tocarme!

Acaríciame. Abrázame. Aquí, ahora, al pie del tiempo.

¡Silencio! no digas nada,

sólo permanece a mi lado en ese instante que linda con el vacio.

Fronterizos, evitando embustes.

Manoséame sin decir palabra, no quiero despertar a los muertos.

No quiero enterrarte ni transformarme en cenizas,

así que nohables y enredémonos en los contornos del devenir,al pie del tiempo.

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Autora: Suna Forteza Gamundí