
Existe una corriente de pensamiento que defiende la idea de que algo que no es percibido por una consciencia no existe. Esta idea ha sido reforzada en las últimas décadas gracias a malentendidos sobre la mecánica cuántica, la cual en ningún caso revela que un observador tiene el poder de alterar lo observado.
Mi hija, de casi 2 años, a menudo juega con nosotros tapándose los ojos y diciendo “No ta Fia” (“no está Sofia”). No obstante, desde hace bastante tiempo ya sabe que si algo no lo está viendo sigue existiendo. Esto ha sido por haber alcanzado cierto hito evolutivo, llamado la “permanencia del objeto”, y que es algo que a los pocos meses se va integrando.
Volviendo a esta corriente de pensamiento que parece rechazar la existencia fuera del observador y de la percepción, parecería que estas personas no han madurado del todo y se han quedado en una etapa egocéntrica en la que el mundo es una extensión de sí mismos (de su percepción).
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