Reconstrucción
Reconstruir la corriente idealista es fundamental para comprender por qué la corriente metafísica tradicional y religiosa entró en una profunda crisis. El idealismo, más allá de suponer un sistema de ideas, supuso una actitud política tanto por lo que estaba sucediendo en Francia como por lo que ocurría en las universidades alemanas de finales del S.XVIII. Y es que este movimiento nació en la propia universidad.
Kant fue el iniciador de esta corriente, y ello gracias a su Crítica de la razón pura (1781). Gracias a las publicaciones en una famosa revista, que en 1786 obtendría el reconocimiento a pesar de vivir aislado en Koenigsburg, éstas encenderían la llama del idealismo, llama que avivaría la ilusión de comentaristas como Reinhold, Maimon, Beck, etc. y la cólera al ya comentado opositor Jacobi y otros, menos encolerizados, como fueron Herder, Hamann, Herbart, Fries, Schliermacher, Schulze, Bouterwek, etc. Básicamente, se trataban de religiosos o realistas que negaban la teoría epistemológica mentalista de Kant y sus posiciones respecto a la estructura de la enseñanza universitaria. Esto último era preocupación exclusiva de los religiosos y no de los materialistas. De hecho Kant fue un gran científico y si hubiese sido por él hubiese ocupado una cátedra en ciencias naturales. Por desgracia, no había futuro por el modo de cómo estaba considerada y se decidió por la filosofía.
No sería hasta la llegada de Fichte, recomendado por Kant, hasta que el idealismo cuajó completamente gracias a su Ciencia del conocimiento (1794). Entonces, los enfrentamientos con la religión fueron el pan de cada día. Siendo Weimar y Jena los centros del idealismo, fue posible establecer toda una red de intelectuales que formarían una sopa de caldo de lo más nutritiva y picante: Goethe, Herder, Wieland, Reinhold, Fichte, Schelling, Hegel, Schlegel (y el resto de románticos), etc. Así fueron el centro desde la década de 1770 hasta finales del siglo, luego, la acción se trasladó a Berlín cuando Fichte, acabado de romper intelectualmente con Schelling (con Kant ya lo había hecho en 1799), y acabado de ser expulsado de Jena, inició sus influyentes discursos a la nación alemana donde dejó profundamente impresionado a von Humboldt, quien dos años más tarde, en 1809, estando en el poder del gobierno reformista prusiano, fundó la universidad de las Ciencias de Berlín, y nombró al mismo Fichte como profesor de filosofía y como rector. Convencido de que la grandeza nacional de Alemania dependía del desarrollo creativo intelectual y espiritual de los filósofos, liberó a la facultad de filosofía de todo tipo de restricciones y censuras e hizo lo posible para facilitar la libre investigación. Luego, Hegel, a la muerte de Fichte en 1814, ocuparía su puesto.
En medio de las reformas prusianas, Kant y Fichte reivindicaron el valor de la Filosofía y la necesidad de disponer de libertad para investigar.
Desde 1795 hasta 1819 nos encontramos en la etapa de mayor producción intelectual creativa. No podría no hablar de la entrada en escena de Schelling quien cautivó a muchos científicos hasta 1820. Mucho antes, en 1800, Schelling dejó de hacer sus estudios científicos para convertirse al idealismo estético, junto al movimiento romántico que se encontraba en su apogeo. Más tarde, Schelling añadiría a su pensamiento un sentimiento religioso que le llevaría a definir lo que llamó el idealismo absoluto. El propio Schelling fue quien introdujo en la red al propio Hegel. Ello lo consiguió al hablarle de Fichte, a quien Hegel visitó en 1795.
Así, Hegel se da a conocer en 1801 gracias a un artículo coeditado con Schelling y que explicaba las diferencias entre los sistemas de Fichte y Schelling. Seis años más tarde publicaría su Fenomenología del espíritu, y así, hasta la década de 1831 conseguiría dominar toda la esfera intelectual. Entre tanto, Hegel dejó eclipsado a un frustrado Schopenhauer, aunque éste había dejado impresionado a Wieland y había conocido a Goethe, y quien seguramente maldeciría para siempre a su rival creativo sin imaginar que el éxito le llegaría después de su muerte.
A partir de 1820, el idealismo dejó de ser un movimiento creativo para convertirse en algo rutinario. La actitud y la forma de trabajar de los hegelianos, tanto los de corte historicista como los de corte iconoclasta, motivaron un alud de críticas cuya máxima intensidad llegaría en 1840 por parte de los principales científicos físicos (Helmholtz, Bruecke, DuBois- Reymond, Ludwig). Ese sería el final de a corriente idealista. Feuerbach, Marx y Engels serían los clausuradores oficiales del movimiento pues, siendo hegelianos, invertirían el idealismo por un radical materialismo.
Durante el siglo XIX surgieron gran cantidad de nuevas disciplinas lo cual permitió mantener la creatividad dentro del sistema académico. Primero fue al división de los hegelianos, luego, en 1860, la división entre ciencias naturales y la filosofía; y luego la psicología también se independizó académicamente de la filosofía. Más tarde, otros conflictos desembocarían en importantes separaciones como ocurrió a causa de los conflictos entre historia y filosofía; y las ciencias sociales con el idealismo.
El neokantismo se erigió en este contexto como un movimiento muy potente porque a cada nueva disciplina naciente se pronunciaban. Fue una corriente en continua disputa con idealistas y empiristas. Aunque abogaban por el estudio empírico, los investigadores empíricos no compartían en absoluto su enfoque mentalista. Algunos ejemplos: Lotze, Helmholtz, Séller, Wundt, etc. Este último, fisiólogo de formación, separó la psicología de la epistemología al fundar un laboratorio psicológico en Leipzig en 1875. Esto obtuvo un éxito rotundo y entre 1880 y 1890 se expandió a otras cadenas de influencia llegando incluso a América a través de sus alumnos extranjeros. Entre tanto, Brentano, desde Viena, desarrollaba su propuesta, muy parecida a la de Wundt.
Poco a poco, este movimiento fue perdiendo fuerza y a adeptos tan importantes como Max Weber, quien a pesar de defender los métodos neokantianos, pronto se concentraría en la nueva disciplina en la que estaba trabajando(1908).
El círculo de Viena y la fenomenología existencialista serían los dos frentes que acabarían con el neokantismo. Friburgo, centro de esta corriente, albergaría la última cabeza visible y el último intelectual notable: Natorp y Nicolai Hartmann, respectivamente, este último rival de Heidegger.
Aunque Heidegger tuvo una etapa que lo situaría en la corriente metafísica más tradicional, en 1916 conocería a Husserl, discípulo de Brentano, y, después de convertirse al protestantismo, éste le acepta. Pronto sería su mejor discípulo. La fenomenología, la cual nace mezclada con miembros del círculo de Viena como Kraufmann, sería la plataforma desde la que Heidegger despegaría y es que en el anuario de Husserl (1920) publicaría su Ser y tiempo. Tres años más tarde, trasladarían a Heidegger a Marburgo como “Extraordinarius” y se convertiría en el centro indiscutible de su red.
Caracterización
Esta corriente, a pesar de que se deshace de la religión católica, todavía conserva el uso de la metafísica, incluso una gran de inquietudes espirituales místico-religiosas. Por ejemplo: Schelling, Fichte, Schopenhauer o la propia corriente romántica.
Entre la corriente metafísica tradicional y la idealista se da otro salto: la centralidad del yo. Kant establece, en su Crítica de la Razón Pura, que nuestro acceso al mundo viene mediado por las categorías de nuestro entendimiento y que esta mediación conlleva el no tener un acceso directo del mundo. Aunque Kant nunca compartió todo lo que iba a inspirar, pues su mentalidad era prominentemente científica, el mentalismo, en contraposición al realismo científico o al realismo metafísico, iba a suponer el desarrollo de la epistemología como disciplina que subordinaba la metafísica a ella y que era encargada de determinar tipos de conocimiento y posibles accesos a ellos. Así es como Schelling se ocupó de la ciencia empírica. El neokantismo, más tarde, situaría el idealismo y el materialismo al mismo nivel
Es destacable que el uso de la dialéctica fue una constante. Primero fue en Fichte aunque fue en Hegel donde recibió la aplicación más importante puesto que centró este método en el desarrollo histórico del espíritu del mundo, especialmente en la forma de formas sociales. Marx haría lo mismo aunque invirtiéndolo al materialismo.
El idealismo siempre estuvo luchando por la reforma y el progreso lo cual granjeó no pocos enemigos católicos. Kant, por ejemplo, enemigo de Jacobi, siempre apoyó la libertad y la igualdad ante la ley, cosa que desagradaba a aquellos que entre unos pocos acaparaban todo el poder. Fichte, Schlegel y Hegel fueron otros grandes liberales que promovieron cambios significativos, desde en la educación hasta en materia de libertad sexual.
La fenomenología, por su parte, se caracterizaba por llevar al extremo los supuestos mentalistas puesto que su investigación hacía hincapié en la propia conciencia y en cómo evitar todo aquello que actuaba como filtro de ésta. Así, desde esa pureza, estudiaba la subjetividad. Heidegger, discípulo del propio padre de la fenomenología, no obstante, rompería con esto y situaría la epistemología como subordinada de la metafísica. Así rompería con la tradición idealista y se dirigiría al existencialismo y a la religiosidad. Su metafísica, preocupada en demostrar el viejo problema de la univocidad del ser, definiría al ser humano en su situación existencial en el mundo, delante de la muerte y en relación al tiempo. Encontramos, pues, un retorno a la metafísica más abstracta y más alejada de la ciencia. Retornamos a los temas religiosos aunque con las herramientas de la fenomenología. Jaspers sería también otro ejemplo interesante.
En vez de la concepción exageradamente dogmática de la tradición religiosa, esta metafísica reconocía que no eran verdades absolutas sino que eran cuestiones existenciales más allá de los límites científicos. El ser constituía ser histórico y no eterno.