La compañía japonesa Tepco, dueña de la central nuclear gravemente accidentada, ha desvelado esta mañana que la mayor parte de sus trabajadores en las actuales tareas de limpieza son «extraños» voluntarios venidos de todo el mundo. La empresa ha tenido que hacer pública esta información debido a los numerosos incidentes y denuncias que han sobrevenido en Fukushima, el escenario de la mayor catástrofe nuclear de Japón desde las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Hemos tenido tenido acceso a los aposentos privados de uno de los voluntarios que pudieron trabajar en la central. «Sabía que la fuga radioactiva era mi oportunidad y no iba a permitir perderla. Lo comprendiera mi madre o no, ya había tomado una decisión, estaba empezando a creer en mi destino«. Así lo expresa, posando como el oscuro hombre araña, Miguel Rojas, de 29 años y estudiante de un módulo superior de informática. Miguel se declara abiertamente amante del manga, el anime y los cómics en general, y está orgulloso de ser el responsable en España de haber movilizado a cientos de personas y freaks. «Cuando me di cuenta de la gravedad del asunto busqué una forma efectiva para llegar a la mayor cantidad de gente posible y por ello decidí hacer publicidad viral a través de juegos online como WOW o Starcraft» . Y así fue. A las pocas horas, Miguel y cientos de personas estababan dispuestas a arriesgar sus vidas por «una oportunidad» como aquella. Miguel nos relata que la mayoría de voluntarios tenían la intención de aprovechar la radiación para mutar y así desarrollar superpoderes. Otros buscaban llenar de alguna manera el vacío traumático que les dejó la película Dragon Ball.
Antes de seguir, no podemos evitar la inmensa curiosidad que nos invade y pedimos a Miguel una demostración. Le proponemos que, por ejemplo, salte por la ventana hasta la ventana del edificio de enfrente. Inmediatamente, nuestro asesor jurídico nos aconseja que no lo instiguemos a algo así pero ya es demasiado tarde. Miguel abre la ventana, se sube a ella y es entonces cuando nos dice con infinita serenidad: «Cuidado. Mi sentido arácnido me advierte de un grave peligro. No temáis, permaneceré con vosotros por si acaso«. En ese momento, una cosa terrorífica con rulos y voz capaz de disuadir a cualquier manifestación antisistema entra en la habitación. Es mamá. Quedamos totalmente convencidos y agradecidos por el superdesarrollo de su instinto.
Volviendo a la central nuclear japonesa, un comunicado interno -interceptado por nuestros envíados al escenario de los hechos- desvela un inventario con todo el material requisado a los pedazo de freaks. La lista, firmada por el mismo presidente de Tepco, Masataka Shimizu, hace pensar en el tipo de mutaciones que los voluntarios perseguían. No podían faltar típicas arañas, escorpiones, serpientes, moscas y otros animales curiosos como el resistente e inmortal tardígrado y Nacho Vidal. La compañía, en dicho comunicado desvelado, muestra su preocupación por la locura y el empeño obstinado de algunos de sus voluntarios. «Algunos trabajadores fueron descubiertos en las mismas piscinas de los reactores y, sorprendentemente, vestían
bañador y gorro de piscina«. A lo cual añaden: «La insistencia en trabajar lo más cerca del reactor con barras de combustible basados en uranio y plutonio fue vista por la corporación como un acto heróico y solidario. Actualmente podemos afirmar que nos precipitamos y erramos al interpretarlo así. Fue absolutamente necesario llamar a las madres de los voluntarios y convencerlas para que vinieran a buscarlos«.
Miguel Rochas nos cuenta cómo un íntimo amigo suyo se introdujo voluntariamente en la piscina del reactor 4 y cómo se provocó una profunda herida con las pinzas de un escorpión -ya muerto por la radiación. «Decía que se sentía mareado, que eso se debía a que ya se estaba metamorfoseando. Pero no era así» asevera Miguel. «Yo, en cambio, conseguí desarrollar mis poderes y una supermasa muscular porque sabía lo que hacía. Yo antes era muy delgado y debilucho y mirarme ahora. Sabía que si no me ponía el gorro de piscina iba a tener, cómo mínimo, un 20% más de posibilidades de mutar«. Llegado a este punto de la entrevista nos sentimos obligados a comunicarle con el máximo tacto posible lo que pensamos sinceramente de él. No nos gusta contradecir a una persona como Miguel Rochas pero le revelamos que a lo que él llama supermasa muscular nosotros lo llamamos superpoblación de tumores. Juzguen ustedes mismos pues descubrimos que Miguel no está disfrazado, está desnudo y tan sólo se ha pintado algunas rallas blancas. Que la suerte le acompañe.
Otro de los protagonistas de la limpieza de los reactores 2 y 3: