Krishnamurti, que sin duda ha sido uno de los grandes maestros espirituales del siglo XX, compartió con la humanidad una cantidad importante de reflexiones gravemente agudas. Dado que quiero respetar al máximo los consejos de este gran pensador indio, voy a evitar escribir un post cargado de citas o anéctodas biográficas. Por el contrario, voy a instar al lector a que experimente, a que actúe, de la misma manera que Krishnamurti hubiera querido. Y es que hablar de él implica necesariamente incurrir en la gran paradoja pues Krishnamurti rechazó siempre tener seguidores («como yo») o fundar una escuela (de «su pensamiento»). Su negativa a fundar una institución que promoviera su pensamiento se explica en que su filosofía no era más que un llamamiento a la acción valiente de la propia conciencia, a la atrevida búsqueda de la comprensión de uno mismo mediante la liberación de la propia mente.
Propongo al lector el siguiente ejercicio: Busca un lugar tranquilo, sin TV, ni música, ni radio. Pon la atención en lo que ocurre en el lugar donde estás y en el presente. Sé consciente de tí mismo, de lo que te rodea. Simplemente. Mantén la simplicidad del mero percibir. No pienses en el futuro, ni en el pasado. Si no pudieras evitarlo, deja pasar los flashes que te vengan, déjalos pasar para volver enseguida a la actualidad más pura. Intenta estabilizarte cada vez más en esa simple percepción. No razones, no pienses, no utilices el lenguaje, no juzgues, no interpretes la información sensorial que te llegue.
Sólo observa, actúa; interactúa como si fueras un infante que no teme a nada. Atrévete a vivir durante unos minutos sin ideas ni pensamientos, enfrentate al vértigo de ser tú mismo, sin filtros.
Mediante este ejercicio, el lector podrá experimentar consigo mismo, descubrise, liberarse de todo aquello que le hace prisionero de su tiempo. «Sólo» es necesaria una gran voluntad para soportar la intensidad del yo solitario y de la mera realidad del mundo. Es un reto angosto… al menos para mí. Yo recomiendo empezar prestando atención al propio cuerpo, a aquellos lugares donde recae el propio peso, en aquellas partes del cuerpo donde se descarga el peso sobre la silla. A la vez, prestar atención a vuestra respiración, músculos, cara, nariz, orejas… Luego, sin perder la conciencia en ningún momento de vuestro cuerpo físico, podemos añadir cómo nos sentimos emocionalmente. Y luego, añadamos lenguaje, etc.