Un roce de venas augura mi ocaso,
mis músculos se extravían en contra de un tiempo vago.
Cada día nazco,
pero muero al anochecer por si acaso,
puesto que si fuera libre al pensar,
fuera hueco mi casco,
no abnegaría por un regimiento,
sin instante ni delirio.
*
Enrojecido por el cielo,
saturado de dolor bello por mi derredor,
en constante duda,
atisbando algo cruento y acogedor,
es un recuerdo,
una reminiscencia,
lo que me hace perdedor.
*
Cavernícolas, tengo miedo,
pero reniego a la vez de una solución,
siendo lo último que me acoge,
el flujo, inefable, ávido de mi corazón.
*